Por: JJ Franco
Cada cual habla del teatro como bien quiera, pero más allá del espectáculo que ves sentado —a veces en un cómodo asiento— dentro de una sala teatral o un espacio acondicionado para ese fin, hay una realidad que pocos reconocen: detrás de cada función hay días, incluso meses, de preparación. Montar una obra no es solo memorizar textos o prender luces. Es alquilar espacios, pagar técnicos, vestuario, transporte, publicidad, utilería, sonido, y un sinfín de detalles que cuestan dinero y requieren tiempo. Detrás de cada función hay horas de ensayo, cansancio físico y mental, sacrificios personales, y una entrega total que pocas veces se ve recompensada. Si eres actor o trabajas en el teatro, sabes de lo que hablo. Sabes lo que es invertir sin saber si recuperarás lo invertido. Sabes lo que se siente ver una sala a medio llenar, o peor aún, escuchar la frase: “¿Tienen entradas gratis?” o “¿Me pueden poner en la lista?”. Y lo más triste: muchas veces esas frases vienen de colegas o de personas que dicen apoyar el arte. La cultura del no pago es un mal que está devorando al teatro latino en Nueva York. Muchos quieren que el teatro crezca, pero no están dispuestos a aportar lo más mínimo para sostenerlo. Se quejan de que “el teatro no deja”, y claro, no dejará nunca si seguimos pensando que todo debe ser gratis. Si seguimos pidiendo cortesías, lo único que el teatro dejará serán deudas. Más aún cuando las compañías teatrales son independientes, sin patrocinadores ni grandes apoyos institucionales. Ese dato deberías tenerlo presente. Si vas al teatro, piensa en todo lo que las producciones viven antes de que tú te sientes cómodamente a disfrutar. Cada boleto vendido ayuda a pagar un alquiler, un vestuario, una luz, una historia que sigue viva gracias al esfuerzo de muchos. Y lo más lamentable es que muchos ni siquiera asisten sabiendo que sus propios amigos tienen proyectos. Algunos, en lugar de apoyar, programan otro evento el mismo día o simplemente no van por orgullo o competencia, pero cuando ellos son los que presentan algo, ahí sí esperan que uno asista, aplauda y los felicite. Esa doble moral también destruye al teatro latino. Asiste, apoya, paga tu entrada, y ten la seguridad de que estás aportando a que el teatro en español independiente siga respirando, siga creando, siga inspirando. Lamentablemente, aún falta conciencia colectiva y sentido de pertenencia. Los quiero a todos, de verdad… pero mucho más si van al teatro y pagan su entrada.
P.D.: Y, por favor, no te hagas pasar por medio o influencer para entrar gratis. Si de verdad amas el arte, apóyalo desde el respeto y el compromiso.
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