La ética en los premios artísticos: cuando el reconocimiento pierde valor
Creo firmemente que si una persona pertenece a una organización que entrega premios, no debería otorgar reconocimientos a proyectos en los que participa como actor, director o productor. Esa práctica vulnera la imparcialidad y debilita la credibilidad de toda la institución.
Otra situación muy distinta ocurre cuando se invita a alguien a colaborar en un proyecto que ya está montado, donde no tuvo participación alguna en el proceso creativo o de producción. En ese caso, la nominación puede considerarse libre y legítima, pues no hay conflicto de intereses.
Sin embargo, premiarse a sí mismo o favorecer a los propios aliados dentro de un sistema que exige transparencia es, además de inapropiado, grotesco. Es una falta a toda norma ética y un atentado contra el verdadero sentido del arte y la justicia cultural.
Una organización no puede dividir entre “estos sí” y “aquellos no”.
El arte no puede ser terreno de conveniencias ni favores. Si el premio no representa honestidad y equidad, deja de ser un reconocimiento… y se convierte en un simple gesto de poder.
Es necesario replantear el costo de entrada a los premios; debe ser justo y accesible, no usurero. Maximo 100 ( diría yo)

0 comments:
Publicar un comentario
Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.